jueves, 11 de marzo de 2010

En memoria de Don Raúl Lozano

Cuando la vida concluye, sin lugar a dudas y con la convicción de la fe en Dios, sé que el siguiente paso es precisamente el encuentro con nuestro Creador.

Hace un momento me encontraba en el comedor degustando de mis alimentos y de la sobremesa con la plática que no puede faltar, cuando busqué mi celular y me di cuenta que además de cuatro llamadas pérdidas tenía un mensaje no leído; tres llamadas eran del celular de mi mamá y una de mi papá, quien además me había enviado el mensaje.

En principio de cuentas pensé que era para preguntarme si iba a comer en la casa, pero no sólo fue grande mi sorpresa sino que por un instante me quedé sin habla… Don Raúl Lozano había fallecido en la madrugada.

Y sin lugar a dudas la muerte nos sigue sorprendiendo, más cuando días antes recuerdas a una persona y de pronto recibes la noticia de que su estadía en el mundo terrenal ha concluido.

A Don Raúl le debo mi hábito por la lectura de los periódicos, mi interés en los temas de la política y la historia de México… recuerdo aquellas tardes cuando el sol bajaba su intensidad, en que acudía a la casa marcada con el número 911 de la calle Valparaíso en la colonia Jardines de la Pastora, a tan sólo dos casas de la mía, para acompañar a Don Raúl y a Doña Gloria, su esposa, a disfrutar de la frescura de la noche y de las pláticas en las que Don Raúl compartía sus conocimientos, anécdotas y opiniones.

Es increíble que en tan solo un instante las cosas cambien y nuestros seres queridos se adelanten en el camino…

Hoy dedico estas líneas a Don Raúl Lozano y le hago un humilde reconocimiento por ser un gran hombre, un gran padre de familia y un extraordinario amigo.

Lo vamos a extrañar, pero tengo la tranquilidad de que ahora Don Raúl estará compartiendo esas pláticas tan sabrosas, ni más ni menos que con Dios nuestro Señor.

Descanse en paz, Don Raúl Lozano.

En su memoria y con cariño,

Armando Cavazos Regalado
Jueves 11 de Marzo de 2010

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